28 de enero de 2008

Alegato en defensa del judíos

Por su interés, traigo a nuestra web un interesente artículo aparecido en www.semanasantabaena.com
Alegato en defensa del judío

Motivado por un comentario que realicé en el post de los resultados de las elecciones de la Real Archicofradía me animo a abrir una nueva línea de debate en torno a un tema que creo que es polémico por el desconocimiento que muchos tienen sobre la figura del judío.
El comentario en cuestión que hice fue el siguiente:“…Ya estamos, siempre los culpables los judíos: …que las procesiones se cortan, por culpa de los judíos… que no sale un candidato elegido…los judíos…”
Dejé de intervenir en el tema pues el hilo del post no eran los cortes de las procesiones y también porque desconozco como transcurrió el proceso electoral (ya me he informado) pero si me llamó la atención que varios usuarios (en especial el Sr. Antonio Montilla, albacea de la Real Archicofradía y al que le dedico este escrito) comentaran sobre el corte que se produce por culpa presuntamente de los judíos. Por otro lado llevaba ya algún tiempo rondándome la idea de hacer un alegato en defensa del JUDIO.
La celebración de la Semana Santa de cada pueblo de España tiene sus peculiaridades y la pena es que todas coinciden en la misma fecha. Estoy seguro que si no fuese judío, cada año iría a una localidad distinta para ver esta manifestación religiosa porque aunque la Semana Santa de Baena puede presumir de excelentes Cofradías y pasos e imágenes de gran valor artísticos, fuera de nuestras fronteras existen un mundo desconocido para la mayoría de los cofrades baenenses.
Soy de la opinión de que quien nos visita por primera vez en Semana Santa viene atraído por los tambores, por que han oído hablar de los colinegros y coliblancos, de la rivalidad; y no por los pasos o por un desfile procesional. También hay un sector importante de baenenses que viven fuera de su querida Baena y que todos los años por Semana Santa vuelven a su pueblo y traen consigo a sus amigos y familiares…
El hecho de ser judío viene motivado por circunstancias familiares o de amistad y no se limita solo a tocar el tambor por libre como muchos (sobre todos los que no son judíos) creen. Si bien es verdad que la figura del judío, por su idiosincrasia y a primera vista, da la impresión que sea anárquica, si es cierto que puede llegar a ser y ES el más disciplinado de los cofrades. Cuenta con un rico protocolo que hay que cuidar y mimar como herencia de nuestros antepasados y su papel en la Semana Santa de Baena es fundamental: Recoger, el Prendimiento, El paso del Evangelista, jugar la moneda, redoblar, la procesión…
Hay quien dice que por el estruendo que provocan sus tambores por todos los rincones de Baena, representa al pueblo judío de aquel entonces y hay quien opina también que es un cofrade más y que su participación en la Semana Santa tan solo se debiera de reducir a los desfiles procesionales. ¿Os imagináis un Miércoles Santo por la mañana sin tambores por las calles de Baena?
Detrás de cada judío hay muchas horas de desvelos para que todos sus arreos estén a punto: preparar el tambor, la cola, limpiar el casco… y también muchas horas de cansancio: día y noche tocando el tambor, con el casco deambulando por las calles de Baena de un sitio a otro y a la hora de la procesión el 99% de los judíos están allí, al pie del cañón: “tenemos que sacar a Jesús, tenemos que sacar al Resucitado… voy a pararme aquí a descansar antes de seguir…”
En mi opinión hay tres tipos de judíos:
1º.- El judío que solo es judío.
2º.- El judío que aunque se siente judío, también forma parte de otra hermandad.
3º.- Y el judío de un día.
El primero es el que a todas horas está en la calle. Sabe cuando tiene que ir a descansar y conoce sus obligaciones como cofrade. El segundo tipo no le importa “soltar” sus arreos en determinados momentos de la Semana Santa para ir a procesionar o desfilar con su hermandad que, aparte de la devoción (factor este muy importante) a la larga es más descansada que portar los arreos de judío en el desfile y máxime si ha estado echando las cajas. Y el tercero el que solo toca el tambor el Miércoles Santo echando las cajas y hasta el año que viene porque no puede con las agujetas.
Mi defensa, aunque no la necesita, va en favor del JUDIO. Hablando con nuestros mayores sobre este asunto es opinión unánime que el sitio del judío es la calle. “De toda la vida el judío ha salido y entrado en la procesión a su antojo”- me decía un judío de 75 años- “eso sí manteniendo un orden y siempre saludando a su cuadrillero, y cuando un judío atraviesa una cuadrilla que no es la suya saluda al cuadrillero con una leve inclinación de cabeza a la que este le responde de igual forma”.
El judío dobla sus baquetas en señal de respeto cuando está pasando una hermandad, y si llega tarde para incorporarse a su sitio lo hace interfiriendo lo menos posible en el desfile, al igual que si está esperando a la turba en la puerta de un bar se emociona al ver pasar una imagen o vitorea con entusiasmo a la centuria romana de turno. Incluso en mi cuadrilla, la 7 de la cola negra, teníamos la tradición de que nuestro cuartelero nos acompañaba en diferentes puntos del desfile procesional con una bota de vino y era el cuadrillero el que nos invitaba a salir en perfecto orden a echar un trago para soportar el rigor de los “parones” de un desfile procesional.
Como se puede observar, son normas que no están escritas pero acatadas y respetadas por los judíos y que han ido pasando de generación en generación. Pretender que los judíos hagan un desfile procesional al completo es tarea que se me antoja imposible: Muchos van con sus hijos pequeños, hay también muchos judíos mayores y también los hay a los que les apetece descansar un rato para luego continuar.
Y vuelvo al inicio de este escrito. De poco tiempo a esta parte tiene por costumbre la Cuadrilla de Albaceas de la Real Archicofradía colocar a uno de ellos a la altura de la calle de San Bartolomé para vigilar o contar cuántos judíos se salen achacando que la procesión se corta en la calle Alta. Efectivamente, hay una desbanda de judíos por la calle de San Bartolomé, situación esta que se puede paliar estableciendo un pequeño descanso (un cuarto de hora por hermandad) en la Plaza Vieja; y más que los judíos, quienes lo agradecerían y mucho son los Evangelistas y las Hermandades que llevan sus Imágenes a hombros. ¿Qué sentido tiene colocar un albacea, de brazos cruzados, en cada esquina vigilando cuántos judíos se salen?
Por último diré que defiendo a capa y espada al JUDIO: Al judío que solo es judío, al que tiene a la hermandad de judíos como segunda hermandad, al judío de solo un día, al judío que en un momento determinado se sale del desfile para descansar, al judío que, emocionado por disfrutar del espectáculo de ver pasar la Centuria Romana, espera a la Turba en la puerta de un bar, al judío que magistralmente redobla a una Imagen, al que ejecuta el paso del Evangelista… Defiendo al judío tal y como es. No queráis poner más reglas y normas, que ya tienen bastantes y no nos empeñemos en cambiar o en achacar los “defectillos” como el de los cortes de una procesión o el resultado de una votación a los judíos.
Para finalizar comentar que la procesión del Domingo de Resurrección es una de las más bellas y coloridas de nuestra Semana Santa, el día lo merece y algo, digo yo, tienen que ver los judíos.

judiocolinegro